I like New York in June…

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Jeff Bridges se creía invencible. En estos días, sin embargo, su tristeza solo encuentra refugio en la botella, y en las curvas de la explosiva Mercedes Ruehl. Así, en un suicida rodeo nocturno por una de los mejores Nueva York que nos ha brindado el cine, esa que camina entre el wild side de Lou Reed y el like a rolling stone de Dylan, tropezará con dos imbéciles del tipo universal, de esos que apalean, entre la diversión y el dogma, al outsider. Pero irrumpirá Robin Williams, antaño profesor de Historia medieval, ahora guardián de la noche neoyorquina, para rescatarlo. Y locos perdidos, buscarán el Santo Grial. Buscarán, de esta forma, darle un sentido a sus vidas, ahora que parecen sedientos, como aquel rey pescador. Y con esas, despierta Amanda Plummer con su soledad, con sus casposas novelas románticas, con su torpeza para degustar la comida asiática. ¿Cómo siente la vida un vagabundo? Como cualquier otra persona, a ojos de Terry Gilliam. Faltaría más. Ellos lloran frente al dolor. Y también echan de menos a los que no están. Pero todavía tienen la capacidad de amar, de enamorarse otra vez, de volver a sonreír. Se desnudan para observar las estrellas en Central Park. Se visten con sus mejores vestimentas (¡viva lo hortera!) para cortejar a sus chicas. Vuelven a sentirse vivos, a ser felices, mientras canturrean a Sinatra por los pasillos de un manicomio… how about you?

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Terry Gilliam (1991) The fisher king

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